American Airlines podría enfrentar multa por enviar un avión equivocado a Roma
American Airlines se enfrenta a un posible pago de más de 191,000 dólares en compensaciones después de haber enviado el avión equivocado para recoger a 273 pasajeros en el aeropuerto de Roma Fiumicino, en un vuelo internacional de regreso a Dallas Fort Worth.
El problema comenzó el 4 de septiembre, cuando la aerolínea canceló su vuelo regular AA-239, operado normalmente con un Boeing 777-200, alegando “razones operativas”, un término amplio que puede referirse a problemas de tripulación o disponibilidad de aeronaves, pero que no exime de compensaciones bajo la regulación europea EC261.
Para suplir la cancelación, American Airlines envió desde Dallas un Boeing 787-8 Dreamliner, con un 34 % menos de capacidad que el avión original. El vuelo, renombrado como AA-9606, despegó tres horas más tarde y aterrizó en Roma la mañana del 5 de septiembre. Sin embargo, la situación se complicó al descubrirse que en Roma no había pilotos certificados para operar el 787, ya que la tripulación disponible solo estaba habilitada para volar el Boeing 777.
Esta diferencia es clave, ya que los pilotos comerciales están entrenados para un solo tipo de aeronave. Así, un piloto capacitado en Boeing 777 no puede operar un Boeing 787 Dreamliner, aunque ambos sean de fuselaje ancho. American Airlines sí opera 787 hacia Roma desde Nueva York, Filadelfia y Chicago, pero al ser rutas diarias, la compañía aparentemente no pudo reasignar pilotos sin afectar otros servicios.
Como resultado, los pasajeros del vuelo cancelado tuvieron que ser reubicados en otros vuelos de la aerolínea hacia EE.UU., lo que podría implicar retrasos considerables. De acuerdo con la normativa europea, si los viajeros llegaron a su destino con más de tres horas de retraso, cada uno tendría derecho a una compensación de 600 euros (aprox. 700 dólares).
En caso de que todos los pasajeros reclamaran, la suma ascendería a más de 191,000 dólares. American Airlines solo podría evitar este desembolso si demostrara que la cancelación se debió a una “circunstancia extraordinaria”, como mal tiempo o una huelga externa, pero no por problemas mecánicos ni falta de tripulación, que son responsabilidad directa de la aerolínea.
Por ahora, la compañía se centra en reacomodar a los afectados, mientras expertos legales señalan que el incidente podría convertirse en un caso ejemplar sobre la aplicación de las regulaciones de derechos de los pasajeros aéreos en Europa.