Volar al Caribe: conectividad aérea

20 de Mayo de 2025 3:37am
Verónica de Santiago
conectividad aérea en el Caribe

 

Desde las playas de Barbados hasta las montañas de Santa Lucía, pasando por los ritmos de Puerto Rico, República Dominicana o Jamaica, el Caribe rebosa potencial turístico. 

Sin embargo, ese potencial se encuentra, en muchos casos, atrapado en una maraña de cielos desconectados. En un mundo globalizado donde la experiencia turística comienza con un clic para reservar un vuelo, la conectividad aérea no es solo un detalle logístico: es un factor estratégico.

En el Caribbean Travel Forum que se celebra en Antigua y Barbuda, el debate ha vuelto a la superficie. ¿Cómo es posible que una de las regiones más deseadas del mundo para vacacionar siga enfrentando tantas barreras para conectar con sus mercados clave? ¿Y qué papel pueden jugar las aerolíneas, tanto tradicionales como de bajo coste, para transformar estos archipiélagos en nodos de tránsito turístico global?

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Los datos son reveladores: dentro del espacio caribeño, República Dominicana (con aeropuertos como Punta Cana y Santo Domingo) lidera en conectividad aérea internacional, recibiendo vuelos directos desde más de 60 ciudades de Europa, Norteamérica y América Latina. Le siguen Jamaica, con hubs en Kingston y Montego Bay; Barbados, con un alto número de conexiones británicas; y Puerto Rico, que por su condición de territorio estadounidense cuenta con una infraestructura y frecuencia comparables a cualquier destino continental.

En cuanto a la conectividad regional —ese talón de Aquiles de muchos sistemas turísticos insulares— destacan Trinidad y Tobago, que ejerce de bisagra surcaribeña, y San Martín/Sint Maarten, punto estratégico para rutas interinsulares y operaciones mixtas entre aerolíneas comerciales y privadas. También Antigua y BarbudaSanta Lucía se han posicionado como conexiones relevantes, aunque aún con grandes posibilidades de crecimiento. Sin embargo, muchas otras islas siguen dependiendo de escalas largas y tarifas poco competitivas para moverse apenas unos cientos de kilómetros.

La situación no se reduce a un problema técnico ni a un tema de voluntad política individual. La verdadera barrera es la falta de estrategia regional integrada. Mientras los destinos compiten entre sí por captar vuelos desde Europa o Estados Unidos, pierden la oportunidad de actuar en bloque. Sin una visión conjunta que articule incentivos, datos, promoción y conectividad, el Caribe seguirá siendo una colección de islas bonitas, pero mal conectadas.

En este contexto, tanto la Caribbean Tourism Organization (CTO) como la Caribbean Hotel & Tourism Association (CHTA) están llamadas a ejercer un liderazgo más contundente. CTO debe actuar como organismo coordinador que impulse tratados bilaterales y multilaterales, mientras que la CHTA, como representante del sector privado, debe movilizar la presión empresarial para que los gobiernos apuesten por políticas claras y viables en conectividad aérea.

Por su parte, las aerolíneas no son enemigos ni obstáculos: son aliados a los que hay que saber atraer. Y para lograrlo, los destinos deben ofrecer algo más que paisajes idílicos. Las compañías aéreas demandan infraestructura modernacostos operativos competitivospromoción conjunta, y sobre todo estabilidad regulatoria. Además, no es raro que pidan subvenciones iniciales o acuerdos de riesgo compartido, especialmente en rutas estacionales que necesitan madurar.

Las oportunidades existen. El Caribe puede convertirse en un caso de éxito de turismo multidestino si se construyen puentes aéreos eficientes. Las campañas integradas para nómadas digitales, el turismo médico o el segmento MICE (reuniones, incentivos, congresos y exposiciones) pueden generar tráfico durante todo el año y dar sentido económico a las rutas anuales. La propia diversidad del Caribe —cultural, idiomática, gastronómica— puede y debe convertirse en un producto turístico colectivo.

Eventos como el Caribbean Travel Forum y el CHTA Marketplace no deben limitarse a declaraciones bienintencionadas. Son el espacio donde deben concretarse agendas, compromisos y resultados. Aquí es donde se deben firmar acuerdos de entendimiento con aerolíneas, presentar estudios de demanda, y activar fondos de cooperación para el desarrollo de la conectividad. Y es en estos foros donde la voz del Caribe debe sonar fuerte y unida.

Porque la desconexión no es solo geográfica. Es política, estratégica y estructural. Pero también es corregible. Si el Caribe quiere seguir siendo competitivo frente a otros destinos emergentes en Asia, África o Sudamérica, necesita volar más y mejor. Lo merece su gente, su economía y su historia. Y sobre todo, lo exige un turista global que ya no solo busca destinos exóticos, sino experiencias accesibles, coherentes y bien conectadas.

La próxima vez que un viajero piense en el Caribe, no debería preguntarse cómo llegar. Debería preguntarse cuántas islas quiere visitar en un mismo viaje. Y que todas estén al alcance de cortos y cómodos vuelos.

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