Infraestructura turística de Jamaica sufre cuantiosos daños tras el azote de Melissa
El huracán Melissa, el más poderoso registrado en el Caribe en los últimos años, golpeó con extrema violencia a Jamaica, dejando un panorama desolador en los principales centros turísticos del país. La isla enfrenta ahora una carrera contrarreloj para evaluar los daños en su infraestructura turística, un sector que representa una parte esencial de su economía. Aeropuertos cerrados, terminales de cruceros inoperativas, carreteras bloqueadas y hoteles afectados definen un escenario que amenaza con paralizar la actividad turística durante semanas.
Los aeropuertos internacionales —Sangster International Airport, en Montego Bay, y Norman Manley International Airport, en Kingston— suspendieron operaciones antes de la llegada del huracán. Ambos registraron inundaciones en áreas operativas y daños en techos, sistemas de iluminación perimetral, señalización y accesos viales. Las pistas debieron ser inspeccionadas por equipos técnicos debido a la presencia de escombros, además de cortes prolongados de energía eléctrica que afectaron los sistemas de comunicación y seguridad.
El impacto también golpeó de lleno al sector de cruceros. Las terminales de Montego Bay, Falmouth y Ocho Ríos quedaron temporalmente inoperativas tras los embates del oleaje y los fuertes vientos. Se reportaron daños en muelles, pasarelas, sistemas de amarre y áreas de servicio para los pasajeros. Las navieras desviaron rutas hacia otros puertos del Caribe, lo que implica pérdidas económicas inmediatas para operadores turísticos, comercios locales y guías independientes que dependen de esas llegadas para generar ingresos.
Los hoteles a lo largo de la costa norte —donde se concentra buena parte de los complejos de lujo y los resorts todo incluido— enfrentaron filtraciones, rotura de cristales, daños en techos y caída de estructuras livianas. Algunos establecimientos recurrieron a generadores propios para garantizar servicios mínimos a los huéspedes que no lograron evacuar a tiempo. Sin embargo, la falta de agua potable y combustible para generadores limita su capacidad de recuperación inmediata.
El paso de Melissa también dejó graves afectaciones en la red de carreteras y caminos secundarios. Deslizamientos, inundaciones y caída de árboles bloquearon los accesos a zonas hoteleras y a comunidades que dependen del turismo. En algunos tramos, el agua arrastró partes del pavimento, dejando aislados a residentes y trabajadores del sector. Las autoridades han priorizado despejar los corredores viales turísticos para permitir el paso de ayuda, aunque advirtieron que algunas rutas podrían tardar semanas en restablecerse.
Las cancelaciones de vuelos y escalas de cruceros generaron un efecto dominó: miles de pasajeros quedaron varados, se multiplicaron las reprogramaciones y los hoteles enfrentan una ola de solicitudes de reembolsos. El sector turístico de Jamaica —que normalmente opera a máxima capacidad en esta época del año— experimentará una caída abrupta en ocupación, reservas y flujo de divisas. Para muchos negocios pequeños vinculados al turismo, como taxis, restaurantes y operadores de excursiones, esta interrupción significa la pérdida de su principal fuente de ingresos.
En el horizonte inmediato, Jamaica debe concentrarse en tres frentes: restablecer la conectividad aérea y marítima, reabrir de manera progresiva la oferta hotelera y ejecutar evaluaciones técnicas para determinar el alcance real de los daños en la infraestructura turística. A mediano plazo, el país se enfrenta a un desafío mayor: reconstruir con criterios de resiliencia climática, fortaleciendo muelles, elevando las estructuras costeras, mejorando los sistemas de drenaje y exigiendo estándares más estrictos de construcción en zonas susceptibles al impacto de tormentas extremas.
El turismo ha sido durante décadas una de las locomotoras económicas de Jamaica. Hoy, tras el paso devastador del huracán Melissa, la recuperación del sector no solo será una prioridad económica: será una prueba de la capacidad del país para adaptarse y blindarse ante un clima cada vez más imprevisible.




