Burgos destaca en el sector de los eventos con la mayor réplica de una cueva en Europa

Desde congresos y convenciones hasta celebraciones como bodas y todo tipo de eventos en uno de los espacios más singulares que nadie pueda imaginar. Es la apuesta que la empresa Coco Group ha llevado a cabo en la provincia de Burgos para compañías, instituciones y particulares, con el objetivo de dar a cualquier acontecimiento un marco muy relacionado con la orografía del territorio, que cobijó a aquellos primeros moradores de Atapuerca. El lugar se encuentra a las puertas del Parque Fuentes Blancas, uno de los principales espacios verdes de la capital burgalesa que se extiende hasta la Cartuja de Miraflores, y a pocos minutos del Monasterio San Pedro de Cardeña.
Desde hace 37 años, Burgos cuenta con la empresa Coco Group dentro de su oferta para celebraciones familiares y convenciones empresariales. Sin embargo, 2011 fue un punto de inflexión para la provincia en este segmento, ya que la compañía comenzó a llevar a cabo un proyecto que dotaría de gran originalidad a su sector MICE (siglas inglesas para reuniones, incentivos, congresos y eventos): renovar la totalidad de las instalaciones y crear una cueva artificial de 900 m2 para acoger este tipo de acontecimientos.
En 2012 se inauguraba este espacio, la cueva artificial más grande de Europa, aplicando para las obras materiales como fibra de vidrio y espuma de poliuretano ignífuga. El resultado evoca a los orígenes de la Humanidad, donde Burgos tiene mucho que decir gracias a Atapuerca, referente en el que se inspira la construcción de esta cueva.
“Es un espacio único y sorprendente, algo que se percibe desde el momento que entras por la puerta, ya que es como acceder a otro mundo”, señala Enrique Mata, Director General de Coco Group. “Nuestra cueva es un universo paralelo de fantasía y de historia, en el que piensas que realmente estás en una cueva”. Por ello, es habitual que, al visitar el espacio, la iluminación y sus formas inviten a los asistentes a contemplar o incluso tocar sus estalactitas, sus pinturas rupestres o sus infiltraciones de agua, por ejemplo.
Se trata de una propuesta que no deja indiferente a nadie, y aún menos a todo aquel que organice un evento de empresa o familiar. Con capacidad para hasta 900 comensales, marcas de prestigio ya han confiado en desarrollar sus eventos en Burgos de la mano de esta iniciativa, como pueden ser San Miguel, Renault, Matutano, Benteler, Grupo Antolín o la Junta de Castilla y León.
Además de este homenaje a Atapuerca y a la orografía burgalesa, cabe destacar que esta cueva ofrece un lujo a todos los organizadores de eventos que pocos establecimientos se pueden permitir: servir a casi un millar de comensales lechazo asado al modo tradicional, gracias a su horno de leña de cinco metros de diámetro.
Un segundo comedor, una cafetería, dos amplios parkings y un jardín exterior para eventos al aire libre con capacidad para 1.300 asistentes son algunos de los servicios e instalaciones añadidas que ofrece esta pionera empresa de Burgos para el éxito de cualquier boda, comunión, congreso o convención, y que colabora en el posicionamiento de la provincia dentro del sector.
Un entorno atractivo para todos los públicos
Esta iniciativa se encuentra situada a las puertas del Parque Fuentes Blancas, uno de los principales espacios verdes de la capital burgalesa. Su amplia extensión, sus parrillas y áreas para comer, sus zonas de juegos infantiles y de deporte, las cuatro fuentes que le otorgan su nombre, así como el río Arlanzón –a cuyas orillas se ha habilitado una playa artificial- provocan que sea uno de los lugares dedicados al aire libre más visitados por los ciudadanos. Pinos, chopos, sauces llorones, tilos o quejigos son sólo algunas de las especies de árboles que se pueden hallar en este pulmón verde que se extiende hasta la Cartuja de Miraflores.
Asimismo, a pocos minutos de allí se alza el Monasterio de San Pedro de Cardeña. Declarado Bien de Interés Cultural, este edificio religioso, cuyos orígenes se remontan al año 902, fue escenario de uno de los sucesos más trágicos de la historia de España, cuando en torno al siglo X las tropas de Abderramán III martirizaron a 200 de los monjes que habitaban por aquel entonces el monasterio. Cada aniversario de este acontecimiento -6 de agosto-, la tierra del claustro donde fueron sepultados los conocidos como ‘Mártires de Cardeña’ se teñía de rojo en un fenómeno aún inexplicable pero testificado. Además, este monumento es célebre debido a la estrecha vinculación del mismo con El Cid, cuyos restos fueron enterrados allí junto a los de su esposa Jimena Díaz –antes de ser trasladados a la Catedral de Burgos- y los de sus hijos.