Juan Manuel Esteban, miembro de la Junta Directiva de The Competitiviness Institute (TCI)
Con varios años de experiencia de trabajo en la coordinación de la política vasca de clústers, Juan Manuel Esteban nos acerca a la particular filosofía que define estratégicamente a este fenómeno. En su opinión, este “es un momento perfecto para que cualquier país pueda diseñar, a su medida, modesta o menos modesta, una política de clústers que podría ser muy exitosa y multiplicadora de efectos positivos”, con el apoyo de los donantes internacionales.
Cuéntenos de su trayectoria profesional…
-He estado casi 30 años trabajando en el gobierno del País Vasco, y he tenido la suerte de poder participar en el diseño de políticas industriales, comerciales, turísticas… Fui delegado para Comercio y Turismo en una de las provincias vascas, y luego, en los últimos 11 años, he trabajado en la coordinación de la política vasca de clusters, una de las pioneras a nivel mundial junto con otras como las de Cataluña o Escocia. También he tenido la enorme suerte de ser presidente de TCI, una organización mundial de cluster practitioners, y una vez finalizado mi mandato de dos años ocupó el puesto mi amigo y colega Alberto Pezzi. Luego, además, he tenido la oportunidad de venir a República Dominicana a trabajar en un proyecto del Consejo Nacional de Competitividad, por más de un año.
¿Tiene que ver ese proyecto con las oficinas de promoción del País Vasco en diferentes naciones de Latinoamérica?
-No tiene que ver. Lógicamente, yo he conocido muy bien las experiencias de esas oficinas, pues he trabajado muchos años en el Departamento de Industria. En este caso se trata de un proyecto que ha ganado la consultora vasca para ayudar al Consejo Nacional de Competitividad a mejorar su gestión y capacidades.
¿De dónde proviene el financiamiento de este proyecto?
-Es un proyecto de la Unión Europea, según un acuerdo firmado con la Dirección General de Cooperación Multilateral dominicana, y el beneficiario es el Consejo Nacional de Competitividad. Uno de los principales objetivos es la mejora de la institucionalización, y otro es la implementación de un sistema de calidad.
Los fondos que van a los clúster son habitualmente buscados por empresas que se dedican a esto y a asesoramiento… ¿Cuáles son las empresas líderes en este tipo de acciones?
-Eso de las empresas que procuran fondos es verdad, dependiendo de la parte del mundo… En Latinoamérica y en África suele ser de esa manera, pero hay también un modelo más sencillo: el de empresas que tienen desafíos estratégicos comunes, que perciben que no llegan a encararlos adecuadamente de manera individual, que entonces llaman a la puerta de algún gobierno local o regional o estatal para pedir ayuda, que no tiene que ser excesivamente cara. El caso del País Vasco es paradigmático, allí tenemos 11 clusters prioritarios, todos industriales, y cada clúster tiene un presupuesto anual de 500.000 euros… Puede parecer mucho dinero si se compara con otras realidades, como en Latinoamérica, pero insisto en que no son políticas que necesitan cantidades astronómicas de dinero para ser implementadas.
¿Qué hace un clúster con ese dinero que recibe?
-Lo que debe hacer es una buena planificación estratégica, hay que saber a dónde se va. Cuando hay retos inabordables individualmente, lo primero que hay que hacer es decir: “bueno, aquí estamos, juntos; vamos a pensar en qué retos tenemos, de dónde vienen, por qué existen, qué maneras hay para superarlos”… A partir de esa planificación, se requieren unas líneas de actuación, unos proyectos, planes. A pesar de que habitualmente la labor de los clusters es de largo plazo, también hay que mostrar a sus integrantes que hay logros a corto plazo, para que no se desanimen, para que vean que en tres o cuatro meses se pueden conseguir cosas, aunque las más grandes requieran de años.
¿Cómo debe ser el uso de la comunicación dentro de un clúster?
-Uno de los grandes aliados desaprovechados que tienen los clusters en todo el mundo son los medios de comunicación. Se habla mucho de la triple hélice gobierno-sector privado-academia, se habla de la cuádruple hélice añadiendo el sector financiero, pero yo diría que se debe hablar de la quíntuple hélice, sumando a éstos el sector de la comunicación y los medios. Creo que pueden ayudar enormemente a difundir unas ideas que son bien nobles, aquellas de que en la unión está la fuerza, de que colectivamente podemos llegar a donde solos no llegamos, de que podemos imitar la estrategia de los grandes siendo pequeños, la idea de que la cooperación está en los genes del ser humano, que siempre ha sido vital y lo seguirá siendo. La política de clúster es una muestra más de cómo la cooperación sigue siendo muy importante para la especie humana.
Comencé a escuchar la palabra “clúster” hace unos cinco años en República Dominicana, pero nunca la había escuchado en España, tampoco en otros países de Latinoamérica, donde se estila más el uso de Cámaras… ¿Cómo diferenciaría un clúster de una de estas cámaras, que incluyen también a varios sectores y funcionan como asociaciones de asociaciones?
-En España, los pioneros fueron el País Vasco y Cataluña, y sólo muchos años después ha surgido por parte del Ministerio de Industria español lo que llaman “agrupaciones empresariales innovadoras”, otra manera de decir “clúster”. Esta palabra, que es un anglicismo, ha ganado aceptación internacionalmente. Se puede decir también como en Francia, “distritos industriales locales”, “distritos productivos”; se puede decir “Arranjos Produtivos Locais” como en Brasil… Se puede llamar de muchas maneras pero lo que importa es lo que se hace, lo que se logra.
Ahora, ¿es un clúster similar a una asociación corporativa o una cámara de comercio que también integra a muchos?... Yo tiendo a pensar que no es lo mismo. Los intereses que se defienden, aunque legítimos, no son los mismos en uno y otro caso. Quien integra un clúster también debe ser miembro de ese tipo de asociaciones, pero cuando uno se une en la filosofía clúster es para pensar en términos estratégicos, en problemas gordos que suponen la supervivencia a largo plazo. Esto no quiere decir que no se siga necesitando asesoría laboral, fiscal, contable, apoyo a la internacionalización… cosas que puede satisfacer perfectamente una organización corporativa. Pero en el clúster uno está pensando en otros términos, más en la lógica de la reunión seria de amigos en la que se piensa dónde está el problema, a dónde se puede llegar en el futuro. Las asociaciones de industriales tienen otro campo de acción, legítimo, muy necesario. Empíricamente, hay ocasiones en que asociaciones de este tipo entienden tan bien la filosofía clúster, que actúan perfectamente en términos de asociación clúster.
No se conoce ni se usa la filosofía de clúster en el mundo de los medios y la comunicación. ¿Cómo podemos convencer a los actores sociales, incluidos los medios de comunicación, de que un clúster es algo útil, y quién puede ser el agente de ese convencimiento?
-Creo que el sector de la comunicación y los medios es muy complejo, y tiene unos desafíos estratégicos de alcance global. Es un momento difícil que quizá está definiendo lo que serán los medios en los próximos 30 o 40 años. No hay sector en el mundo, industrial o de servicios, al que no le venga bien pensar en términos estratégicos en común, y tarde o temprano llegará. Ahora mismo prima la competencia feroz entre grupos en nuestro mundo, y es lógico, todos están muy preocupados… Creo que están tan preocupados en este momento que no tienen muchas ganas ni tiempo de pensar en lo que los une más que en lo que los separa. Pero llegará, porque siempre va a haber cosas muy importantes, sinérgicas, que pueden surgir del diálogo entre vosotros como competidores. Y lo hará la gente más visionaria.
Defíname la palabra “clúster”
-La palabra “clúster”, traducida del inglés, significa “racimo”, y hay clusters en música, en astronomía, en ciencias sociales. El clúster, el racimo, la agrupación, es algo connatural a la vida misma. Pero el que se junten meramente es una aglomeración, no un clúster. Un clúster implica algo más: implica, por decirlo sencillamente, aglomeración con alma, con carácter, con sangre dentro. Ese carácter, alma, sangre, equivale a pensar juntos, poner esfuerzos y atacar retos juntos, crear capital social y confianza juntos. Una mera aglomeración de industrias no es un clúster. Una aglomeración de industrias en que la gente, los gerentes, los propietarios se juntan de vez en cuando y trabajan en términos estratégicos para conseguir objetivos juntos, eso empieza a ser un clúster. Y cuando hay un clúster natural que ya está aglomerado y un poco articulado, si alguien se da cuenta de que eso existe y quiere hacer algo con ello, eso es ya la iniciativa clúster. Y ese alguien puede ser un gobierno, una universidad, el sector privado…
¿Cómo se puede acceder a la información sobre las fuentes de fondos para estas agrupaciones, o qué personas o empresas pueden asesorarlas al respecto?
-De ser una rareza, un exotismo hace 20 años, la filosofía de clusters se ha convertido en corriente principal o mainstream indiscutible. Entre otras cosas, aparte de que ha mostrado un éxito razonablemente importante, creo que es una política de importantísimo efecto multiplicador si sale bien y que no es excesivamente cara. Los donantes en todo el mundo para países en desarrollo están prácticamente ciento por ciento sensibilizados con las bondades de esta filosofía. Yo diría que este es un momento perfecto para que cualquier país pueda diseñar, a su medida, modesta o menos modesta, una política de clusters que podría ser muy exitosa y multiplicadora de efectos positivos. No hace falta demasiado dinero, y quien debe darlo está convencido hoy en día globalmente de que vale la pena.
¿Y quién debe darlo?
-Pues lo pueden dar gobiernos locales, regionales, estaduales, nacionales; la Unión Europea, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Unión Africana, USAID, Naciones Unidas… Absolutamente todos los donantes mundiales están en la lógica de que los enfoques clúster honestos, abiertos, que busquen el desarrollo real y la mejora de la gente, tienen un sitio importantísimo en el mundo, y mi previsión es de que este movimiento irá a mucho más.




