Sudáfrica: Seis meses después del Mundial, un balance con luces y sombras

13 de Diciembre de 2010 12:44am
webmaster

Sudáfrica. Seis meses después del Mundial de fútbol, esta nación hace balance de un evento planetario que, a pesar de haber mejorado su ego e imagen internacional, dejó tras de sí gastos faraónicos, estadios en desuso y un crecimiento menor de lo esperado.

La competición atrajo a más de 300.000 visitantes a un país eufórico que  vivió, entre el 11 de junio y el 11 de julio, una gran fiesta de fraternidad  multirracial.

Los extranjeros gastaron además unos 400 millones de euros (530 millones de dólares), lo que supuso medio punto más de crecimiento económico, que lleva a 3% el total de 2010, más de un punto por encima del año anterior (1,9%).

“Sin el Mundial, este período de recuperación tras la recesión habría sido más difícil. Además, nos proporcionó un sentimiento de orgullo nacional y de  confianza en nuestras propias capacidades”, estima Gillian Saunders, de la  auditora Grant Thornton.

Pero no todos los analistas están de acuerdo y algunos consideran que las  consecuencias económicas del Mundial no cumplen las expectativas.

“El país ganó un poco de dinero, es cierto, pero mucho menos de lo que  estaba previsto”, asegura Mike Schussler, director de la auditora  Economists.co.za, quien recuerda que Sudáfrica esperaba la visita de medio millón de visitantes, de los que finalmente vinieron 200.000 menos.

El beneficio para las empresas también fue menor de lo esperado. Entre los  cien clientes más importantes de la auditora KPMG, sólo el 22% considera que sacó beneficios del Mundial, mientras que un año antes el 45% esperaba  consecuencias positivas.

Otro factor negativo es la desaparición tras el Mundial de los puestos de trabajo creados en el sector de la construcción: hoy muchos de sus trabajadores forman parte del 40% de desempleados.

Preparar el evento supuso para Sudáfrica unos gastos de 4.000 millones de  euros (5.300 millones de dólares) en la construcción de los diez estadios de la  competición y la renovación de infraestructuras.

Si seis meses después algunos recintos, como el Soccer City de  Johannesburgo, han logrado reconvertirse con partidos internacionales de rugby, fútbol o incluso un concierto de U2, otros no han organizado ningún evento importante desde julio.

Es el caso del estadio de Polokwane, en el norte del país, o el de Port  Elizabeth, que cuestan respectivamente, sólo en mantenimiento, 120 y 180  millones de euros al año.

En Ciudad del Cabo, un proyecto entre Sudáfrica y Francia para explotar  durante 30 años el estadio Green Point fracasó a causa del riesgo de “pérdidas sustanciales”.

“Hemos ganado un poco de crecimiento económico pero ahora tenemos que pagar los estadios. Hay que admitir la realidad: a corto plazo no se gana dinero con un Mundial”, concluye Mike Schussler.

Sin embargo, las autoridades sudafricanas habían prometido grandes  beneficios económicos para justificar las inversiones millonarias, en un país  en el que el 43% de la población vive en la pobreza y donde los servicios  públicos tienen muchos problemas para financiarse.

Seis meses después del arranque del Mundial, el ministro de Turismo,  Marthinus van Schalkwyk, prefiere destacar el efecto positivo que el evento  tendrá a largo plazo.

“En ningún momento se trató únicamente de acoger una competición, sino de  lograr también un legado para la imagen del país”, explica.

Y es verdad que, gracias al Mundial, durante el cual los sudafricanos  olvidaron momentáneamente las divisiones raciales heredadas del apartheid y los problemas de criminalidad, esa nación mejoró su imagen, algo que podría en el futuro atraer más turistas, más negocios y, por qué no, unos Juegos Olímpicos.

“Hoy existe un gran interés por Sudáfrica. Pero este no siempre se  materializa. No podemos seguir durmiendo en los laureles, el trabajo continúa”, advierte Michael Tatalias, director de la Asociación de Turismo Austral.
 

Back to top