EE.UU. se ha convertido en uno de los países menos acogedores para el turismo

08 de Octubre de 2025 2:08pm
Redacción Caribbean News Digital
Estados Unidos

 

El nuevo cierre del Gobierno federal en Washington D. C., provocado por la falta de acuerdo presupuestario entre Donald Trump y el Congreso, ha dejado a casi una cuarta parte de los empleados públicos sin trabajo y ha reavivado las tensiones políticas. Pero mientras los medios se centran en la parálisis administrativa, el turismo norteamericano vuelve a resentirse: viajar a Estados Unidos se ha vuelto cada vez más complicado.

Aunque los aeropuertos y los controles fronterizos siguen operando —al ser considerados servicios esenciales—, la situación es muy distinta para museos y parques nacionales. En Washington, el Instituto Smithsonian ya ha anunciado que cerrará sus puertas esta semana, y en el Capitolio el centro de visitantes ha suspendido las visitas. 

En el oeste del país, la National Parks Conservation Association ha advertido a los viajeros que eviten parques como YosemiteYellowstone, debido a la escasez de guardabosques que pone en riesgo la seguridad de los visitantes.

Más allá del cierre, las políticas de Trump están afectando gravemente la imagen del país como destino turístico. Su administración ha endurecido las normas de visado, imponiendo depósitos de hasta 10.000 dólares a ciertos solicitantes para garantizar su salida del país. Aunque los turistas británicos y europeos viajan con una autorización ESTA, tampoco se libran de los costes: la tarifa de este permiso se duplicó de 21 a 40 dólares para financiar la seguridad fronteriza.

El ambiente en los aeropuertos también se ha vuelto más hostil. Se han reportado casos de viajeros detenidos o deportados por errores menores, como el de Becky Burke, una turista galesa retenida durante 19 días por realizar trabajo voluntario a cambio de alojamiento. 

Además, algunos viajeros aseguran haber sido rechazados por publicaciones críticas en redes sociales, algo que, aunque el gobierno niega, no parece del todo improbable en un contexto donde el propio presidente ha pedido revocar visados a quienes expresen opiniones “antiamericanas”.

Las declaraciones del gabinete tampoco ayudan a mejorar la percepción. La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, llegó a afirmar que solo “los estadounidenses respetuosos de la ley” deberían asistir al próximo Super Bowl, un comentario que muchos interpretaron como una advertencia hacia los turistas extranjeros. Todo esto contrasta con la tradicional hospitalidad estadounidense, esa imagen de sonrisas y amabilidad que durante décadas ha sido parte del encanto del país para los visitantes.

Las consecuencias ya se sienten. California ha registrado una caída del 8 % en las llegadas internacionales respecto al año pasado, Nueva York espera recibir dos millones menos de turistas que en 2024, y Las Vegas ha sufrido una reducción del 11 % en visitantes. A este ritmo, los expertos advierten que el turismo estadounidense podría tardar años en recuperar su reputación.

Mientras tanto, Trump sigue priorizando su agenda política por encima de la imagen exterior del país. Si realmente quiere atraer a los millones de viajeros que generan ingresos vitales para la economía estadounidense, quizá debería —como sugiere el artículo original— recordar algo simple: los turistas también son “americanos temporales”, deseosos de disfrutar, gastar y regresar a casa con la sensación de haber sido bienvenidos.

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