La violencia amenaza la tranquilidad turística de Turcas y Caicos
Foto: The Guardian
Lo que alguna vez fue un destino de lujo en el Caribe, conocido por sus playas premiadas como las mejores del mundo, enfrenta ahora un grave desafío: la violencia armada. Con apenas 50.000 habitantes, las Islas Turcas y Caicos registraron en 2024 un total de 48 homicidios, lo que las colocó como el territorio con la tasa de homicidios más alta de América Latina y el Caribe. En 2025, hasta mediados de agosto, ya se habían contabilizado 24 asesinatos, incluyendo el primer tiroteo masivo en la historia del archipiélago.
A pesar de que casi dos millones de turistas visitaron el país en 2024, generando ingresos por 250 millones de dólares en solo seis meses, el temor crece entre la población local. Pastores, líderes comunitarios y residentes advierten que muchos ciudadanos sienten miedo, algunos incluso optando por abandonar el país. El propio premier Washington Misick calificó la masacre de julio como un “ajuste de cuentas de pandillas” e instó a los líderes comunitarios haitianos a colaborar en la lucha contra el crimen.
La violencia ha reavivado tensiones en torno a la migración desde Haití, a solo 90 millas al sur. Muchos de los asesinados este año son de origen haitiano, y aunque el gobierno ha intensificado deportaciones y demolido asentamientos informales, organizaciones comunitarias rechazan la narrativa que culpa únicamente a los migrantes. Denuncian que las leyes de ciudadanía han dejado en un limbo a jóvenes nacidos en las islas de padres extranjeros, quienes, al no poder obtener documentos, son presa fácil para el reclutamiento de pandillas.
El problema no es exclusivo de Turcas y Caicos. Un informe de la ONU de 2024 alertó sobre el auge del crimen organizado y la violencia letal en el Caribe, alimentados por el tráfico de drogas desde Sudamérica y la creciente circulación de armas. Países como Jamaica, Santa Lucía y Trinidad y Tobago también figuran entre los de mayor preocupación por el aumento de los homicidios y la consolidación de grupos criminales.
El Reino Unido, al que corresponde la responsabilidad última de la seguridad del territorio, ha destinado en los últimos dos años 9 millones de libras en apoyo policial y fronterizo, incluyendo sistemas de vigilancia costera, embarcaciones y agentes especializados. Sin embargo, las autoridades locales insisten en que el desafío requiere una estrategia más integral que aborde no solo la seguridad, sino también la inclusión social y las oportunidades laborales.
Pese al escenario, el Ministerio de Turismo insiste en que la isla sigue siendo un destino seguro para los visitantes. “El gobierno, la policía y los líderes comunitarios están trabajando juntos para restaurar la confianza y garantizar que Turcas y Caicos siga siendo no solo uno de los lugares más bellos del mundo, sino también un sitio seguro y acogedor”, aseguró el ministro Zhavargo Jolly. La incógnita es si los esfuerzos llegarán a tiempo para evitar que la violencia termine afectando el motor económico del archipiélago: el turismo.




