Lugares inusuales: Cinco joyas ocultas de las Américas que sorprenden al viajero
El continente americano esconde innumerables tesoros naturales y culturales que, pese a su belleza, aún no figuran en las listas más populares de viajes.
Más allá de las playas concurridas y las capitales turísticas, existen experiencias que ofrecen al visitante autenticidad, asombro y la posibilidad de descubrir algo diferente.
Desde remar bajo las estrellas en el Caribe hasta internarse en cuevas cristalinas, o contemplar un río multicolor en Colombia, cada experiencia invita a viajar de forma distinta, con los sentidos abiertos a lo inesperado.
En tiempos en los que muchos buscan autenticidad y sostenibilidad, estas joyas ocultas se convierten en protagonistas de un turismo que apuesta por lo sorprendente y lo inolvidable.
Remando bajo las estrellas – Anguila
La isla de Anguila, en el Caribe, no solo se caracteriza por sus playas de arena blanca, sino también por experiencias singulares como “Paddle Under the Stars”, una excursión nocturna en la bahía de Sandy Ground. Los visitantes suben a kayaks transparentes que permiten observar tanto el cielo estrellado como el fondo marino iluminado por luces LED. El contraste entre la calma del mar y la inmensidad del firmamento convierte esta actividad en un recuerdo inolvidable. Además, la experiencia combina aventura y contemplación, ofreciendo una alternativa única al turismo de sol y playa tradicional.
Las Cuevas de Cristal – Bermuda
Descubiertas a finales del siglo XIX, las Cuevas de Cristal son uno de los secretos mejor guardados de Bermuda. Se trata de un sistema subterráneo donde el agua, extremadamente pura, refleja las formaciones de estalactitas y estalagmitas como si fueran esculturas vivientes. Estas cavidades se formaron hace más de 30 millones de años y hoy constituyen un espectáculo natural que impresiona a quienes se adentran en ellas. A pesar de estar abiertas al público desde hace décadas, siguen siendo poco visitadas frente a las playas de arenas rosadas que dominan la oferta turística del archipiélago. Para muchos, caminar por sus pasarelas flotantes es como viajar a otro mundo.
Caño Cristales – Colombia
Ubicado en la Sierra de la Macarena, en el corazón de Colombia, Caño Cristales es conocido como “el río más bello del mundo”. Su fama se debe al fenómeno natural que ocurre entre junio y noviembre, cuando las plantas acuáticas de la especie Macarenia clavigera transforman sus aguas en un lienzo multicolor. Tonos de rojo, verde, amarillo, azul y negro hacen que el río luzca como un arcoíris líquido. Durante años, la zona estuvo cerrada al turismo debido al conflicto armado, pero hoy se ha reabierto bajo estrictos criterios de conservación y sostenibilidad. Visitarlo no solo es un privilegio visual, sino también una lección sobre la importancia de proteger ecosistemas únicos.
Grutas de Cacahuamilpa – México
En el estado de Guerrero, a pocas horas de la Ciudad de México, se encuentran las majestuosas Grutas de Cacahuamilpa, uno de los sistemas de cuevas más grandes del planeta. Sus galerías alcanzan alturas de hasta 70 metros y están adornadas con imponentes estalactitas y estalagmitas. Cada sala tiene nombres evocadores como “La Catedral” o “El Infierno”, inspirados en las figuras que parecen dibujar las formaciones rocosas. Estas grutas no solo son un espectáculo geológico, sino también un escenario cultural: en sus espacios se han organizado conciertos y representaciones teatrales gracias a la acústica natural que poseen. A pesar de su magnificencia, siguen siendo un destino poco explorado por el turismo internacional.
El Valle de la Luna – Chile (La Serena)
Si bien el Valle de la Luna en San Pedro de Atacama es uno de los paisajes más fotografiados del planeta, existe otro valle con el mismo nombre en la región de La Serena, Chile, que permanece en relativo anonimato. Sus formaciones de arcilla erosionada, moldeadas por el viento y la lluvia, recuerdan a un paisaje lunar. Lo más sorprendente es la tranquilidad del lugar: a diferencia de Atacama, este valle es mucho menos concurrido, lo que permite disfrutar de un entorno silencioso y sobrecogedor. Además, la zona es célebre por sus cielos despejados, considerados entre los mejores del mundo para la observación astronómica. En combinación con el valle, la experiencia resulta aún más fascinante.