Turismo regenerativo: viajar para disfrutar y dar vida nueva

22 de Diciembre de 2025 5:00pm
Gabriela Sánchez
Turismo_regenerativo

Hablar de sostenibilidad en destinos turísticos está bien, pero dar el salto al turismo regenerativo es el concepto que hoy debe inspirar tanto a viajeros como a ciudades. Se trata de un paso más allá, un término que implica no únicamente la conservación de los recursos para las generaciones futuras, sino de nutrir a estos ecosistemas, con mejoras a la biodiversidad y el fortalecimiento cultural de las comunidades anfitrionas.

¿Es posible un pueblo turístico donde la norma por política y convicción sea plantar árboles como bienvenida o colaborar en comunidades rurales? No solo lo es, sino que existe, y por dicha o, mejor, esfuerzo, muchos de sus referentes se hallan en América Latina. 

En este universo los visitantes no son simples consumidores de experiencias, sino participantes activos en procesos de regeneración. En este continente de selvas infinitas, costas y culturas tan ricas, el turismo regenerativo se abre camino como una forma de devolver a la tierra más de lo que ofrecen, dándoles nueva vida.

Casos inspiradores de turismo regenerativo en la región

Uno de los casos de éxito en la tendencia se halla en la península de Osa, en Costa Rica. La experiencia, a cargo del proyecto La Cotinga, invita a los viajeros a ponerse guantes y plantar árboles en antiguos terrenos degradados. Pero, no es una actividad simbólica: cada árbol ayuda a recuperar bosques tropicales y a atraer de nuevo a las especies que los habitan. 

La experiencia es una auténtica lección de vida. Los senderos otrora vacíos ven crecer brotes de ceiba y almendro gracias a la acción de sus propios visitantes Se mezcla así aventura, conciencia ambiental y la certeza de haber contribuido a algo mayor que el bienestar de uno mismo.

Mientras, en otras zonas como Talamanca, la comunidad indígena Bribri, se busca la conexión con las raíces desde la vivencia de sus pobladores. Allí el vínculo con el bosque es espiritual. Por lo que el valor de su visita radica sobre todo en vivir la experiencia de las actividades organizadas por ellos –desde talleres de cestería hasta caminatas guiadas por chamanes–. Ahí entonces, conservar se vuelve escuchar.

De forma similar, Panamá apuesta por la Fundación Panameña de Turismo Sostenible, la cual ha tejido una red de comunidades que practican un turismo con raíces profundas. Bajo sus programas, los turistas llegan a un destino con integración total en la vida cotidiana de pequeños pueblos: aprenden a cocinar con ingredientes locales, colaboran en huertos comunitarios y participan en la limpieza y recuperación de manglares. 

El resultado es algo más que una foto, es insertarse en el engranaje económico y social que mantiene vivas las tradiciones a partir de la contribución directa a familias de la localidad.

Y es que, en buena medida, la gastronomía y la alimentación de los pueblos ocupan un lugar protagónico en la esencia cultural y el atractivo turístico. Pero, la cocina no empieza en el plato, sino en los surcos. Justo esta es la premisa que inspira al Valle Sagrado de los Incas, en Perú, donde la dinámica deviene la inmersión de los visitantes en los campos y a trabajar mano a mano con agricultores que emplean técnicas ancestrales para cultivar quinoa, maíz y papa sin agotar el suelo, recuperando variedades nativas. 

La idea es que nadie te lo cuente, vivir la siembra o la cosecha en primera persona, con la satisfacción tanto del conocimiento de las estrategias para preservar la fertilidad de la tierra como con la seguridad de que lo que se pone sobre la mesa es seguro y de calidad. El colofón será sentarse en ella a saborear una comida no sólo sabrosa y local sino elaborada con lo que se ha recogido.

Mientras, organizaciones no gubernamentales como la Alianza Yuluca, llamada así en honor a la palabra de la lengua Kogui que simboliza la unión entre humanidad y naturaleza, agrupa a muchos de estos proyectos latinoamericanos y promueve otras acciones en aras de enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades del turismo en la región; porque no cabe dudas de que si hay una geografía con potencial para hacerlo, esa es América Latina.

El saldo del turismo regenerativo en América Latina

Tales iniciativas no surgen por azar. Aunque aún en sus primeras etapas, responden a un momento en que, tras la crisis global que paralizó el turismo, se alzan como nuevas formas de recibir visitantes que no solo contemplen, sino que también sanen. Todas apuntan a reforzar la identidad cultural, proteger la biodiversidad,promover economías circulares y dinamizar espacios creativos como museos y distritos culturales

No obstante, el turismo regenerativo no es un catálogo de buenas intenciones, sino una práctica directa en el terreno, que no admite el mero discurso. Significa elegir operadores locales que invierten en comunidades, participar en actividades comprometidas, desde la transportación hasta el uso de objetos (como los recursos renovables) y la experiencia in situ, en garantizar el menor impacto medioambiental, a menos que sea positivo. No habrá mejor saldo que el de dejar semillas para un futuro más fértil.

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