Caribe y turismo: Nueva disyuntiva
Por: Minerva Hernández Basso
Las temperaturas y el sol siguen tan cálidos como de costumbre. Las arenas blancas y finas, y las playas hermosas bañan igual las costas de las naciones del Caribe, semejantes y diversas, multiculturales y con gente afable, como siempre. Sin embargo, la llegada de visitantes internacionales a la región ha decrecido en los últimos años, como si se disipara el encanto que conquistó a los viajeros desde mediados del siglo pasado, cuando comenzaron a llegar cada vez más vacacionistas, hasta sumar unos veinte millones al año.
A partir de esa tendencia a la baja aparece una nueva disyuntiva entre Caribe y turismo, y para resolverla las autoridades y profesionales del sector buscan estrategias y enfoques renovados con el propósito de impulsar y reavivar esa industria, sobre la cual descansan las economías nacionales de la mayoría de los países de la región, en particular muchas de las islas, por las cuales comenzó el descenso.
Se habla de una ligera contracción el pasado año (-0,9 %), en comparación con el 2006, dicho promedio no podría calificarse de alarmante, y en cifras totales es realmente significativo que 19.3 millones de viajeros hayan visitado al Caribe insular, en el 2007, aunque fue la única región del mundo con resultados negativos, precisamente, en ese período cuando el turismo a escala global registró el récord de 898 millones de visitantes y alcanzó el 6,2 % de aumento de los arribos.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) reconoció los avances del sector el pasado año, y el propio secretario general de ese organismo, Francesco Frangialli, dijo que el turismo ha demostrado una vez más su resistencia y capacidad de adaptación.
Diversas han sido las causas atribuidas al decrecimiento del turismo en el Caribe, algunos expertos piensan en la necesidad de renovación de las ofertas, por considerar las actuales repetitivas y obsoletas; otros aluden los conflictos de la economía interna de los Estados Unidos y la exigencia de pasaporte a los nacionales de ese país para salir al exterior.
Para la mayoría de las naciones del Caribe su principal mercado es el estadounidense y en conjunto las emisiones desde esa nación son más de la mitad de los viajeros que llegan a la región.
Otros hablan de los efectos de los altos precios del petróleo, y muchos acusan los grandes riesgos ante los cambios climáticos que afectan duramente a la región y pueden dañar severamente al turismo. Incluso se han valorado cifras preocupantes, por ejemplo, el director del Programa de Naciones de Unidas para el Medio Ambiente en América Latina (PNUMA), Ricardo Sánchez, pronosticó que la presencia de turistas en el Caribe podría disminuir hasta 25 %, debido a los problemas de elevación de los niveles del mar por el calentamiento global, lo que apunta a una disminución de las playas y la afectación de los arrecifes de coral.
El secretario general de la Organización de Turismo del Caribe, Vincent Vanderpool-Wallace, asegura que muchos especialistas identifican al Caribe como una de las regiones que será afectada grandemente por los efectos nocivos del calentamiento global y otros fenómenos ambientales. Al respecto declaró que se proporcionarán recomendaciones y conclusiones sobre cómo la región puede ejecutar políticas sostenibles, con ventajas económicas y sociales.
Al detalle
Al evaluar el desarrollo del turismo en el Caribe, Miguel Alejandro Figueras Pérez, asesor del Ministro de Turismo de Cuba, asegura que cada década ha tenido una nación estrella que guía los pasos de este sector en el Caribe, desde el surgimiento del turismo a mediados del siglo pasado.
Desde la óptica del Gran Caribe, Figueras opina que el novato estrella actual es Centroamérica, por la creciente cantidad de visitantes, las transformaciones y la pujanza, y dentro de esa zona sobresale el turismo de Costa Rica, seguido de cerca por Panamá y Guatemala. También la OMT reconoce el protagonismo actual de Centroamérica, que alcanzó casi el 5 % de crecimiento del turismo el pasado año.
Según Figueras, esa región que el pasado año recibió 7,7 millones de turistas, tiene sus principales mercado en los países vecinos, lo cual constituye un hábito en esa zona y se practica el intercambio de viajeros entre esos países.
La bandera del turismo en el Caribe ha sido la modalidad de sol y playa desde sus orígenes en la década de 1950, cuando Cuba y las islas colonias eran los íconos de la industria del ocio en el área, que registró el millón de visitantes en 1960. A partir de ese año el turismo se desplazó a otras islas. Durante la década de 1970 y 1980, surge en México, Cancún, fundado en 1974, cuyo turismo se fomenta a partir de un proyecto de gobierno y mediante cadenas hoteleras norteamericanas. Ese desarrollo ha seguido en ascenso y según Figueras todavía Cancún es un éxito.
La década de 1980 a 1990 vio nacer en la región a una nueva estrella, la República Dominicana, con programas de desarrollo diferente a partir de terrenos con bajos precios para las inversiones. En 1987 entró en esa nación Sol Meliá, una de las principales cadenas hoteleras españolas, de gran impacto en el avance de ese destino.
En los diez años siguientes vuelve Cuba, con un crecimiento acelerado del turismo y novedosas propuestas, al mercado internacional. También en esa etapa comienza su rápido desarrollo la Riviera Maya, en México, que ya supera a Cancún en cantidad de habitaciones y de visitantes.
Ahora sin embargo, el Caribe deberá individualizar y caracterizar cada destino, opinó Figueras. También deberá buscar las diferencias dentro de las semejanzas que tienen todas las naciones para presentar imágenes renovadas al mercado turístico internacional.
Cuba, por ejemplo, está apostando a la potencialidad del sector de la cultura y a la fuerza del desarrollo de las diferentes manifestaciones turísticas, así como a los valores patrimoniales y las esencias de la identidad nacional.