Certificación actual de motores de aviones no toma en cuenta cenizas volcánicas
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Los motores de aviones son sensibles a las cenizas expulsadas por los volcanes pero su certificación actual no toma en cuenta ese fenómeno, que es considerado muy raro, explicó el presidente del fabricante aeronáutico Safran, Jean-Paul Herteman, en medio de la polémica por el cierre de gran parte del espacio aéreo europeo debido a la nube de cenizas del volcán islandés, que ha traído grandes pérdidas al sector de la aviación.
"Se protege a los motores de elementos como la lluvia, el granizo, la arena (...). Las cenizas de volcanes son acontecimientos muy raros y variables", explicó a la AFP Herteman. "Los motores son máquinas que aspiran extraordinaria cantidad de aire (...) Son sensibles a partir de un cierto nivel de ingestión de cenizas".
No obstante, la resistencia a las cenizas volcánicas no entra en los criterios de certificación de motores impuestos por las autoridades. "Es un tema no tratado por los reglamentos de certificación aérea y civil", explicó.
Según especialistas, el impacto de las cenizas volcánicas en los turborreactores puede desgastar los álabes y apagar los motores al fundirse en la cámara de combustión. Está, además, el desgaste de las superficies a la velocidad de 900 km/h, la contaminación del sistema de ventilación y la posibilidad de fallos eléctricos, así como el hecho de que puede afectar el sistema de censores y generar datos inexactos.
En cincodias.com, Alejandro Ibrahim Pereira, Secretario del Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España, recordó incidentes como el de 1982, cuando un Boeing 747 sobrevolaba la isla de Yakarta y sus cuatro motores se detuvieron por causa de las cenizas provenientes de un volcán en la isla de Java.
En aquella ocasión se logró reactivar los motores a unos 4.000 metros de altura, luego de 16 minutos de caída desde los 11.300 metros.
Antes de esa fecha se habían reportado otros incidentes, pero en estos el contacto con nubes de ceniza volcánica no había afectado los motores, y las partículas se habían limitado a erosionar los cristales de la cabina de pilotaje y obstruir los sensores exteriores. A partir de ese día de 1982, las organizaciones de transporte aéreo introdujeron una nueva norma en los protocolos de vuelo: nunca volar en presencia de ceniza volcánica.
En 1989 otra aeronave atravesó una nube de cenizas en Alaska, fallaron los motores y el sistema eléctrico, pero igualmente se logró re-encenderlos.
A raíz del caos originado en Europa y otros países por el cierre del espacio aéreo europeo y las afectaciones a millones de pasajeros y negocios, Airbus informó en un comunicado que junto a sus proveedores de motores, otros constructores aeronáuticos y un cierto número de aerolíneas que explotan sus aparatos, va a continuar realizando pruebas y controlando las aeronaves en operación.
La reacción de la industria de la aviación frente a los retos que le ha planteado la nube de ceniza por la erupción del volcán islandés “ha conducido a una evaluación común de los datos y a una definición concertada de niveles de tolerancia aceptables" para el funcionamiento de los motores, señaló Airbus.
A ese respecto, recordó que el lunes dos de sus aviones (un A380 y un A340-600) realizaron sendos vuelos de pruebas de varias horas sobre los espacios aéreos de Francia y Alemania sin que la tripulación detectara nada anormal, y sin que la inspección posterior de los aparatos mostraran irregularidades.
Preguntado sobre una posible adaptación en los motores para evitar problemas por la absorción de cenizas volcánicas, el presidente de EADS, Louis Gallois, dijo en París que “el principio de funcionamiento de los reactores es que absorben aire, y que ese principio tecnológico difícilmente puede modificarse”.