El Cambio Climático y el Gran Caribe
Por: Watson R. Denis, Asesor Político de la Asociación de Estados del Caribe
El fin del año 2007 ha estado marcado por dos grandes eventos relacionados con el cambio climático. El primero de ellos fue la Reunión de Alto Nivel convocada por el Secretario General de la ONU, con motivo de la 62 Asamblea General de esta organización, en septiembre pasado, y el segundo fue la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, llevada a cabo en Bali, Indonesia, del 3 al 14 de diciembre. Ambos eventos ganaron una importancia capital, teniendo en cuenta las manifestaciones alarmantes del cambio climático.
Durante la reunión de septiembre del 2007, estructurada en cuatro paneles (Adaptación, Mitigación, Tecnología, Deforestación y Movilización de Recursos), los representantes de los países del Gran Caribe dieron a conocer su posición.
Por ejemplo, en su intervención en el panel de Adaptación, la Ministra de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior de Belice, la Sra. Lisa M. Shoman, que participaba en el evento en representación de su país y de la CARICOM, enumeró un conjunto de fenómenos dramáticos causados por el cambio climático en la región. Igualmente, subrayó la interdependencia que existe entre la economía y la ecología, señalando que muchas personas que viven en las zonas costeras dependen directamente de los recursos marítimos para su supervivencia. En suma, su intervención estuvo centrada en la vulnerabilidad humana, económica y social, que aumenta con el cambio climático.
Otras figuras políticas de la región, y algunos de ellos miembros de Alianza de los Pequeños Estados Insulares (OASIS, por sus siglas in inglés), intervinieron, sea para retomar el tema de la vulnerabilidad, sea para defender la idea de la movilización de recursos para la adaptación al cambio climático, o para recordar que este fenómeno, por los numerosos problemas que causa al medio ambiente y al hombre, hace más pobres a los países que ya son pobres.
En el caso de la región centroamericana, cabe subrayar la intervención del gobierno de Costa Rica sobre esta problemática. El Ministro de Relaciones Exteriores y Cultos de ese país, Sr. Bruno Stagno Ugarte, enumeró una serie de medidas de desarrollo sustentable adoptadas para proteger el medio ambiente, como la preservación del 27% de la superficie de ese país, el uso de la energía renovable a gran escala, y el compromiso firme de llegar a una economía exenta de gases invernaderos en el 2021. Desde ya, Costa Rica ha pensado en el post-Kyoto, y ha comenzado a actuar para evitar la deforestación. Por ende, llamó a todos a tomar medidas eficaces para que los esfuerzos de algunos no se pierdan debido a la inacción de otros.
En ese diálogo, México adoptó una posición de principio. El representante de este país declaró que participará y apoyará todas las iniciativas relacionadas con el cambio climático, toda vez que sean complementarias y puedan contribuir a las negociaciones para un post-Kyoto 2012. Por otro lado, indicó que todos los países deben realizar acciones nacionales y de cooperación con el fin de atenuar la emisión de gases que contribuyan al recalentamiento de la Tierra, de acuerdo a sus capacidades, nivel y necesidades de desarrollo.
De cierta manera, la Reunión de Nueva York preparó la Conferencia de Bali, la cual reunió más de 11.000 personas, entre las cuales había 144 ministros y representantes de gobiernos, una decena de Jefes de Estado y de gobierno y representantes de organizaciones internacionales, lo que convierte a esa conferencia en uno de los eventos más importantes convocado por las Naciones Unidas para discutir un proyecto ambicioso. Sus objetivos generales eran el establecimiento de normas, modalidades y compromisos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Pero a lo largo de su desenvolvimiento se temió que fuese un fracaso.
La manzana de la discordia fue (y sigue siendo) el nivel de reducción de estos gases. El protocolo de Kyoto exige que entre los años 2008 y 2012, 37 países industrializados reduzcan en un 5% la emisión de esos gases con relación al año 1990. No obstante, ese acuerdo no ha sido firmado por unos cuantos países líderes, y dejará de estar en vigor en el 2012. La idea es por lo tanto reemplazarlo por otro acuerdo aún más ambicioso.
El texto en discusión en Indonesia propuso unos objetivos para el 2020, sea una reducción de 25 a 40% con relación al año 1990. Si bien algunos países europeos se mostraron favorables a la meta fijada, otras naciones, como EUA, no compartieron la idea, argumentando que esta reducción drástica afectaría sus economías. En el último momento, el rango de 25 a 40% fue eliminado del texto final, y cabe esperar que en los próximos dos años las negociaciones lleguen a un consenso definitivo sobre la cuestión.
Por otro lado, si la Conferencia de Bali tuvo un aspecto totalmente positivo fue la adopción del Fondo de Adaptación, tan esperado, diseñado para apoyar el ajuste al cambio climático de los países más vulnerables del mundo, entre ellos aquellos del grupo OASIS. Ese fondo cae directamente bajo control del Protocolo de Kyoto de las Naciones Unidas de la Convención Marco sobre Cambio Climático. Esos países esperan tener acceso a este fondo en condiciones y códigos restringidos.