El imparable avance del turismo: una realidad evidente

10 de Enero de 2008 5:09am
godking

Fuente: Eldia.es

España. Los últimos datos aportados por la Organización Mundial del Turismo, a través de su conocido Barómetro, son una clara confirmación del asentamiento total del desarrollo de esta actividad en el mundo, como el "fenómeno" más productivo para la humanidad, erradicador de la pobreza, y número uno en la consecución del desarrollo económico-social de los pueblos.

Se afianzan así las previsiones que con toda seriedad y conocimiento han venido sustentando los investigadores y estudiosos del tema sociológico, quienes nos han estado alertando, a través de los años, sobre los beneficios y las consecuencias de esta "revolución social de nuestra época", instándonos a prepararnos concienzudamente para obtener de la situación los mayores beneficios para regiones, países, pueblos y lugares, y, con ello, para todos y cada uno de sus habitantes.

Ocurre entonces, que los países, pueblos o lugares que han entendido, avanzado y aplicado esas "consideraciones y recomendaciones" que siempre han estado sobre la mesa para saber cómo tratar el tema, están ahora recogiendo los resultados de sus buenas maneras, amparados además, por los modelos existentes de viejo, que les están sirviendo para contrastar experiencias, buenas y malas, y así configurar sus estructuras con el fin de atraer las ingentes masas de turistas que no cesan de aumentar día a día en todo el mundo.

Otros, sumidos en su soberbia e ignorancia, ven agotarse sus recursos, inventando nuevos modelos publicitarios y haciendo obras faraónicas con inversiones multimillonarias sin orden ni sentido, faltos de los conocimientos necesarios para aplicarlos a una situación que está cambiando al mundo de la manera más ostensible.

Da auténtica pena contemplar escenarios dantescos en países de grandes recursos económicos, donde el desprecio por la cultura de la paz y la convivencia campean a sus anchas con calles, plazas y carreteras llenas de basura, el hampa desbordada, fachadas de edificios, monumentos y ornamentos callejeros totalmente inutilizados y deteriorados, jardines que han sido sustituidos por montones de piedras, y un desorden increíble en la plaga de buhoneros que inundan cualquier lugar que se les ocurre sin que nadie se tome el deber de controlarlos. Estos son los países donde se vive de espaldas al desarrollo mundial, confundiendo los términos del desarrollo social, sin vincularlos como debe ser al desarrollo cultural de los pueblos.

La desidia y la falta de conocimientos pululan por esos predios, donde sólo largos años de cambios generacionales, podrán mitigar el atraso con el que van a llegar a obtener la calidad de vida de los países desarrollados.

Todas estas regiones, que han sido pioneras en el desarrollo del turismo mundial, ven oscurecerse su futuro por falta de adecuar sus estructuras al avance mundial de las corrientes turísticas, intentando imitar las nuevas fórmulas operativas de los destinos emergentes, sin ningún ingenio y sin entender que no se puede vender lo que no se tiene, lo cual está dando lugar a los mayores estropicios en el intento de adecuar estructuras caducas, a las nuevas exigencias de un turismo que cada vez está más concienciado de lo que desea y de cómo encontrarlo.

La evidente falta de profesionalidad en el sector está produciendo graves trastornos en todas sus enormes exigencias, dándose casos insólitos de perturbaciones que no tienen ninguna solución ya que las decisiones que se toman son, en muchos de los casos, irreversibles.

En los informes que periódicamente aportamos a la propia Organización Mundial del Turismo para elaborar la panorámica del desarrollo del turismo mundial, no nos ofrece ninguna dificultad señalar múltiples situaciones en cuanto a este desorden, que van desde aeropuertos construidos sin la más mínima funcionalidad a construcciones hoteleras con estos mismos defectos -por poner los más simples ejemplos- siguiendo por las organizaciones políticas, empresariales y sociales que ven el movimiento turístico como una señal económica, donde no importa para nada la atención personal que el turismo necesita, y, por tanto, desprecian olímpicamente la formación profesional del personal encargado del sistema, o lo que es peor, lo ponen en manos de incompetentes e ignorantes que rompen con toda la cadena del buen hacer que debe presidir el desarrollo turístico mundial.

Ante esta perspectiva, el movimiento turístico sigue avanzando de forma imparable. La parte del león se la llevarán las regiones que sepan gestionar este desarrollo debidamente. Las improvisaciones, las imprevisiones o las acciones para "la galería" están trayendo ya muy malas consecuencias para los destinos que se daban por consolidados, donde ven bajar su productividad motivada por el incontrolado aumento de la oferta y la falta de los complementos necesarios en sus infraestructuras para atender las nuevas necesidades que el turismo reclama. Renglón aparte merecen los destrozos que se hacen a sus más preclaras "señas de identidad", o a sus espacios naturales. Casos concretos que se pueden aplicar fácilmente en nuestra isla de Tenerife.

Venimos de México. De recorrer cientos de kilómetros por autopistas no congestionadas. Limpias y con unos arcenes que dan gusto mirarlos. México recibe más de 20 millones de turistas anuales, miles de ellos del primer país "capitalista" del mundo. Las noches en las terrazas de los hoteles o restaurantes de Cancún, Mérida, Campeche o Veracruz, escuchando música tradicional y degustando las mejores especialidades de la cocina mexicana o internacional, sin ningún tipo de vigilancia o de seguridad especial, nos llevaba a pensar en el "viejo" paseo de Palma de Mallorca, los de las playas de Río de Janeiro, las callejuelas de la Niza antigua, o la Gran Vía de Madrid...

Los tiempos cambian, las modas también, pero la sociedad siempre deseará conocer la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos y de los lugares desconocidos. Esos sueños que nos hacemos muchas veces y que también nos llevan a los bulevares de París o Roma, sin que a nadie se le haya ocurrido cambiar sus fachadas, derribar sus estatuas, o cambiar el nombre de las calles. En Caracas derribaron la estatua de Cristóbal Colón que estaba en la avenida Francisco Fajardo, conocida popularmente por la autopista ¿Cuántos horrores como este se habrán hecho en el mundo en contra de la cultura?

El mundo avanza. El desarrollo del turismo es imparable. Cuanto más destrocemos nuestras "señas de identidad", menos tendremos que ofrecer para aprovecharnos de esta "revolución social de nuestra época".

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