La alimentación sana comienza en el hogar

21 de Febrero de 2014 5:24am
webmaster

Uno de los retos que ha traído el siglo XXI es el incremento de amenazas globales en el orden microbiológico, químico, toxicológico y físico de los alimentos. Una gran cantidad de enfermedades se transmiten a través de ellos y en los últimos años existe un incremento notable de las alertas a nivel mundial por este motivo, alcanzando en algunos casos ribetes de epidemia.

Es muy difícil que los alimentos que se consumen sean completamente estériles. Por lo general, son portadores de numerosas asociaciones microbianas, parásitos o virus que, de acuerdo a las condiciones en que se almacenen, conserven o manipulen, pueden proliferar y llegar a contaminar a las personas.

A lo largo de los diferentes eslabones de la cadena alimentaria, entiéndase producción, distribución, venta o elaboración, hasta el consumo individual, pueden estar presentes factores de riesgo y violaciones de las buenas prácticas, que a la larga contribuirán a que a las manos del consumidor llegue un alimento que ya no cumple con las condiciones de inocuidad, o sea, ya no está libre de sustancias que puedan provocar algún daño.

Según los especialistas en higiene, en las prácticas domésticas es donde se identifican la mayoría de las contaminaciones y ocurrencia de enfermedades transmitidas a través de los alimentos, fundamentalmente debido a un desconocimiento de las normas básicas de higiene y manipulación. Al parecer, según las estadísticas aportadas por los expertos, se  están  enfermando más en casa, y en buena parte es su propia responsabilidad.

De ahí la importancia de repasar algunas de las conductas de riesgo y malas prácticas que diariamente se asumen en el hogar cuando se alimentan. Las medidas higiénicas y de correcta manipulación de los alimentos adoptadas en el hogar pueden evitar la proliferación de enfermedades transmitidas por la contaminación de estos.

Dentro de las prácticas que causa la proliferación de enfermedades transmitidas por alimentos en el hogar está el desconocimiento de los miembros de la familia sobre las normas fundamentales para su manipulación, almacenamiento y elaboración adecuados, así como la limpieza a fondo de la cocina y la higiene de los elaboradores, como aspectos indispensables a tener en cuenta.

En el caso de las normas higiénicas elementales, debe tenerse en cuenta no usar prendas durante la manipulación de alimentos, mantener las manos limpias, no tener lesiones de la piel en manos y antebrazos; tampoco toser, hablar, estornudar o fumar cerca de la comida.

Debe utilizarse siempre detergente o jabón para lograr la correcta eliminación de grasas y carga bacteriana, también mantener limpios los paños de cocina. Las tablas de picar deben ser de madera dura, pues de lo contrario estas podrían convertirse en un reservorio de microorganismos y residuos, y constituir un peligro físico por el desprendimiento de astillas punzantes que dañan el organismo humano.

Las verduras y frutas deben lavarse concienzudamente con agua corriente, pues es la única vía para que queden libres de contaminantes (bacterias, parásitos y virus).

La cocción es la técnica de procesamiento más protegida a emplear en los hogares. Al respecto, es necesario que recuerden que la temperatura de cocción debe ser superior a los 70 grados y en el caso de las carnes se debe velar porque estas se cocinen completamente, para eliminar parásitos y microorganismos.

El almacenamiento y conservación es otro aspecto de vital importancia y donde se ubican muchos de los factores de riesgo. Por ejemplo, los alimentos deben refrigerarse a menos de 5 grados y congelarse a una temperatura de -18, de esa forma se evita que los agentes dañinos proliferen.

Posterior a la cocción, las salsas, carnes, potajes y granos no deben permanecer más de dos horas sin refrigeración y siempre a una temperatura mayor de 60 grados, para mantenerlos alejados de la zona de peligro, es decir la temperatura favorable al desarrollo de virus y bacterias (entre 4 y 60 grados de temperatura).

Ojo con las contaminaciones cruzadas, las que aparecen al poner en contacto carnes, huevos, verduras, pescados y mariscos que aún no han sido cocidos con alimentos elaborados o semielaborados, tanto durante la elaboración como al refrigerarlos.

En la cadena de producción y consumo de los alimentos es a veces difícil definir cuál es el momento de mayor riesgo. En muchas ocasiones, lo que ocurre es que se van acumulando cargas de contaminación en cada uno de ellos.

Si las materias primas y el agua ya salen con una carga bacteriana, inevitablemente al final de la contienda alguno de estos contaminantes llegarán al consumidor. Por ello, asumir desde casa una profilaxis e higiene consciente en lo referente a la alimentación contribuye a mejorar y preservar la calidad de vida  de la familia.

Email: javalera@infomed.sld.cu  y valerajo23@gmail.com

Back to top