Carnavales en Suramérica

05 de Marzo de 2014 5:55am
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Carnavales en Suramérica

Legendarios carnavales colorean diversos paisajes urbanos de América del Sur en estos días. Venezuela, Brasil y Bolivia celebran sus fiestas populares más trascendentes del año y millones de personas se mueven de un sitio a otro, en busca de la alegría que tipifica estos eventos.

En Venezuela, pintorescas carrozas y desfiles conmocionan las calles y modifican las rutinas de los ciudadanos. Al igual que en años anteriores, la tradición fluye con naturalidad. Las comunidades han estado durante meses preparando sus disfraces y exhibiciones y ahora ven materializarse sus esfuerzos.

El gobierno venezolano también ha contribuido a garantizar la armonía. Más de cien mil funcionarios policiales se activaron para velar por la seguridad y, en Caracas, 2 112 recreadores se juramentaron con el fin de impulsar el júbilo por disímiles destinos turísticos de la geografía nacional.

La viceministra de la Suprema Felicidad Social del Pueblo, Carolina Cestari, destacó que los recreadores van a transmitir “su mensaje de paz, amor y vida a todos los rincones de nuestra patria".

"Vamos a estar en las playas, ríos, montañas, y también en la ciudad. Por eso invitamos a que todas las personas se acerquen estos días a los lugares de esparcimiento, donde tendrán diversas atracciones para la familia", agregó.

Y, efectivamente, la festividad venezolana culmina este martes con un saldo satisfactorio. No solo la población vivió una de las experiencias más esperadas del año, sino que, además, los carnavales de El Callao, al sur del estado Bolívar, fueron declarados Patrimonio Cultural de la nación.

Estos carnavales cuentan con una historia de más de 110 años y combinan costumbres antillanas, americanas y europeas. En las fiestas que promueven se danza calipso y soca, al tiempo que se narran al ritmo de la música acontecimientos significativos de la localidad en francés o inglés. No obstante, la inmigración procedente de Jamaica, Curazao y Aruba, ha enriquecido esas prácticas culturales con otras melodías.

Brasil también muestra un calendario marcado por la fiesta en estos momentos. Sus carnavales datan de la época de la conquista, pero en su evolución se han formado incorporando elementos africanos a las tradiciones europeas que asumieron. Hoy son una mezcla brasileña genuina de múltiples raíces, que expresa la identidad de la nación.

Las portentosas demostraciones de las escuelas de samba constituyen una de las escenas más distintivas de este multitudinario espectáculo brasileño. Los trajes de bailarines y músicos resaltan por sus exuberantes diseños, donde predominan lentejuelas, piedras brillantes y colores vivos. Pero, sin dudas, es la gracia y maestría con que bailan la samba quienes participan en el desfile lo que más impresiona siempre a los espectadores.

Este año, el Sambódromo da Marquês de Sapucaí, ubicado en Río de Janeiro y creado por el arquitecto Oscar Niemeyer, cumple 30 años de fundado. Y no hubo mejor manera de conmemorar su aniversario que con el desfile de varias escuelas por su pista de 750 metros.

En otras ciudades del Gigante Sudamericano también ha surgido el espíritu del carnaval desde hace semanas, como en Sao Paulo, Recife, Salvador de Bahía, Belo Horizonte. La mayoría de los brasileños aprovecha este momento para compartir sus alegrías y multiplicarlas con creatividad.     

En este caso, las autoridades igualmente han laborado para mantener el orden. La policía aumentó sus efectivos y la dirección nacional de tránsito movilizó a más de diez mil agentes para evitar accidentes durante los festejos.  

Los carnavales de Brasil, indiscutiblemente, hoy son un evento de gran atractivo y prestigio internacional. Cada vez más personas de otras tierras se suman a esa experiencia. De acuerdo con la alcaldía de Río de Janeiro, este año se espera alcanzar la cifra de un millón de turistas e ingresar unos mil millones de dólares, 400 mil más que en 2013.

Los otros carnavales que remueven el sur de América en estos días se desarrollan en Bolivia. No obstante, en este país las tradiciones festivas que se viven en esta época no provienen solo de los colonizadores, ni de la mezcla con la cultura africana, sino que en varias ciudades expresan las cosmovisiones autóctonas de los pueblos originarios bolivianos.

En este sentido, bastante peculiar resulta en la nación andina el Carnaval de Oruro, con más de dos mil años de antigüedad y que recibe anualmente unos 300 mil visitantes.

Esta celebración, de naturaleza religiosa, evidencia el sincretismo entre las creencias de los nativos y las católicas de los europeos. En su historia ha logrado conjugar elementos diversos en las danzas, rituales, personajes, vestuarios, canciones, para mantenerse como una tradición viva, con la que se identifiquen los participantes; además de hacer trascender a países vecinos algunos de sus atributos.

El emblemático baile de la Diablada, que se ha adaptado en otras celebraciones de la región, es oriundo de esta ciudad boliviana y, en la actualidad, es considerado su baile principal.

No en vano, en 2001, la Unesco reconoció el valor cultural del Carnaval de Oruro al declararlo Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.     

Y aunque los carnavales son fugaces, como las grandes alegrías, los recuerdos que dejan en las personas perduran por largo tiempo. Más que fiestas, son eventos artístico-culturales que desafían siempre a la imaginación de quienes participan y hacen a parte del mundo un poco más feliz.   
 

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