Colombia: OMT reafirma su compromiso con la liberalización del sector turístico

30 de Noviembre de 2007 3:53pm
godking

Colombia. El secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Francesco Frangialli, reafirmó su compromiso con una liberalización "lo más completa posible" del sector, aunque controlada en sus dimensiones cultural, social y ambiental.

La liberalización favorece tanto a los países industrializados como a los del Tercer Mundo, porque acelera el crecimiento de las exportaciones turísticas, señaló Frangialli en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, donde se realizó la XVII Asamblea General de la OMT.

Esas exportaciones son más importantes en el comercio mundial que las de productos agrícolas y de textiles, que sin embargo movilizan mucha más atención de los negociadores de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Los países en vías de desarrollo obtienen un superávit en sus balanzas acumuladas de pagos turísticos en la relación con los países industrializados, que puede convertirse en el medio de financiar su desarrollo y de reducir su deuda exterior.

Por su parte, los ciudadanos de los países industrializados pueden satisfacer así sus aspiraciones a viajar con más libertad y facilidad al extranjero, mientras que las grandes empresas, en particular las multinacionales, se benefician enormemente de unos viajes menos caros y de una mayor facilidad para establecerse en mercados exteriores.

Por ello, la OMT considera fundamental la eliminación de todos los obstáculos, especialmente los no económicos y no tarifarios, que frenan todavía los intercambios en el ámbito de turismo, actividad que por su naturaleza "ignora las fronteras" y que tiene "mucho que ganar en la conquista de nuevos espacios de libertad, tan amplios como sea posible".

No obstante, la organización advierte que, por el propio interés del sector, no se sacrifique todo en aras de la rentabilidad a corto plazo, a fin de "ofrecer a las generaciones futuras la oportunidad de descubrir ellas también el patrimonio natural y cultural que nosotros mismos hemos recibido en herencia y que representa, a largo plazo, el sustrato del desarrollo turístico".

Según Frangialli, no es justificable, en nombre de la libertad de los intercambios, la dilapidación de los grandes sitios culturales, el deterioro de los monumentos históricos por el exceso de turistas o el empobrecimiento de la producción folclórica y artesanal.

Como ejemplo, recordó la compra por parte de la compañía alemana TUI de una aldea medieval de la Toscaza, con su iglesia del siglo XII, para construir 3.200 camas y un segundo campo de golf, y el cierre, ante el descontento expresado, de la cafetería Starbucks, abierta en el corazón de la Ciudad Prohibida de Pekín.

Estos casos hacen pensar si "no estamos llegando al límite de lo que la presión del turismo hace sufrir al patrimonio cultural más esencial", pero a la vez suscita dudas sobre si "acaso esa aldea toscana de Castelfalfi, hoy vacía de sus habitantes, no habría quedado en el abandono sin las inversiones del operador turístico" y si "existirían en otro caso los 3.000 empleos creados en esa zona rural".

Según Frangialli, también habría que preguntarse "De dónde procederían los recursos necesarios para rehabilitar la Ciudad Prohibida o los templos de Angkor en Camboya y de Borobudur en Indonesia, si no fuera del producto de las visitas?".

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