España: Un nuevo modelo de turismo debe innovar e ir más allá del “sol y playa”
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España. Al mismo tiempo que pierde competitividad el sector en este país, aparecen cada vez más destinos con precios asequibles y ofertas muy apetecibles. Los años de vacas gordas, cuando el número de turistas extranjeros aumentaba sin parar, no se han aprovechado para sentar las bases de un modelo sostenible a medio y largo plazo.
Aquellos años “de las vacas gordas” fueron la época de la devastación sistemática del litoral español, especialmente sangrante en provincias como Alicante o Almería.
Las tropelías urbanísticas -que el filósofo Rafael Argullol resumía hace unos días en este periódico como el "gran saqueo"- han disparado al corazón de un sector que aporta casi el 11% del producto interior bruto (PIB) y del empleo del país.
Es este importantísimo peso el que convierte las malas noticias del turismo en malas noticias para toda España. Especialmente, en un momento en el que el otro motor tradicional de la economía, la construcción, se ha averiado y no se vislumbran herramientas que puedan arreglarlo.
A los errores estratégicos cometidos por el sector se une la crisis global, que dispara directamente contra las clases medias de los países emisores.
El objetivo es ofrecer una experiencia individualizada a cada visitante. La pareja que quiere ir a una playa no masificada y cenar en buenos restaurantes; el grupo de amigos que busca deportes de riesgo; la familia interesada en seguir una ruta cultural durmiendo en hospedajes con historia... Ser capaces de ofrecer todo esto, y mucho más, es lo que significa un modelo competitivo.
La demanda tampoco tiene nada que ver con la de hace 15 años. Los viajes son ahora más cortos, más urbanos, más gastronómicos y más diversos. "Se ha acabado eso de la familia que se iba un mes a la playa", sintetiza Josep Oliver, catedrático de la Autónoma de Barcelona.
Y todo ello sin destrozar el paisaje, como se ha hecho en los últimos años. "La apuesta por el ladrillo intensivo supone que una sola generación ha consumido un recurso que debería durar cientos o miles de años", denuncia Oliver. "Es una sandez decir que el modelo del sol y playa se ha acabado. Es obvio que éstos van a seguir siendo los motores fundamentales. Pero sí es cierto que ya no es válido el modo de aproximarse a los que quieren tumbarse frente al mar", añade Zoreda.
Sol y playa es lo que venían buscando las suecas a las que perseguía Alfredo Landa en sus películas de los sesenta. Pero con la diferencia de que en los años del milagro económico del franquismo, del seiscientos y de los éxitos en Eurovisión, España no tenía mucha competencia.
El turismo al sur de los Pirineos desbancó a Italia y a Francia con los mismos argumentos con los que hoy lo hace el Mediterráneo Oriental. "En los noventa aparecieron tímidamente nuevos destinos, como Túnez, Marruecos o el Caribe. Tenemos que reinventar el producto y satisfacer a un cliente más exigente", estima José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur, el lobby de las grandes empresas del sector.
La pérdida de competitividad es evidente desde hace tiempo, pero la urgencia del cambio se ha atenuado porque se camuflaba con indicadores positivos, como la llegada de turistas, que en 2007 batió un récord al superar los 59 millones. La cifra cayó el año siguiente en casi dos millones y los expertos prevén que la tendencia continúe. Como en el primer trimestre del año, cuando llegaron 12% menos de extranjeros que en el mismo período de 2008. La sangría fue especialmente intensa entre los británicos, con una caída del 18%.
Estados Unidos acaba de desbancar a España como segundo destino del mundo, puesto en el que había permanecido desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Los turistas que ya no vienen a España optan por otros destinos de gama media-baja, como los de Europa del Este. "No nos tenemos que fijar en esos competidores, sino en los de algunas regiones de Italia o Francia. No nos tiene que importar tanto el número absoluto de visitantes, sino el gasto medio de cada uno", señala Josep Oliver.
Este catedrático señala la Costa Brava como un caso de transformación exitosa del modelo. "Hace pocos años podías dormir y desayunar allí por seis euros. Está claro que en precio no vamos a poder competir, por eso muchos de esos municipios ahora sólo conceden permisos de obra a las instalaciones turísticas de gran calidad", añade.
"Los problemas geopolíticos en el Mediterráneo Oriental nos han ayudado en los años anteriores. Cada vez que había un atentado en Estambul o en Egipto, todo el mundo quería volver a España. Pero la verdad es que nos hemos dormido en los laureles", añade Zoreda.