Quisicuaba retoño en las raíces.

29 de Abril de 2016 5:20am
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Quisicuaba retoño en las raíces.

En pleno corazón de La Habana, un espacio multicultural renueva la conexión con los ancestros afro-cubnos, en busca del mejoramiento espiritual d euna comunidad históricamente marginal.

En La Habana cualquiera escuchó hablar alguna vez de Los Sitios, pero muchas personas confiesan que nunca caminaron por sus calles. Unos, porque ni siquiera saben qué parte de la ciudad ocupa. Otros, por un extraño temor a adentrarse en sus calles, pobladas de historias, tradiciones y sonidos de tambores y campanas que evocan los tiempos de la esclavitud.

Sin embargo, cualquier visitante a la capital identifica la empinada iglesia de estilo neogótico situada en la céntrica esquina de las calles Reina y Belascoaín. Pues bien, ese es uno de los ángulos del territorio de Los Sitios, hasta encontrarse por el sudeste con la conocida Calzada de Monte y uno de los extremos de La Habana Vieja.

A mediados del siglo XVI –afirman los historiadores– se asentaron en esta zona negros horros libres Kissis, procedentes de la cuenca sur de Angola. Estos trajeron desde sus lejanas tierras sus hábitos, costumbres, tradiciones y ritos religiosos. Su demarcación como poblado data de cuando esos terrenos quedaron fuera de la muralla construida entre 1667 y 1668 y se convirtió en la zona de extramuros abastecedora de San Cristóbal de La Habana. Por sus cercanías a la Zanja Real, allí se cultivaban plátanos, yuca, arroz y hasta árboles frutales, como los famosos cocales de don Gervasio Rodríguez, que dieron nombre a la actual calle Gervasio.

Dicen que la gente en este barrio del corazón de La Habana, cuyo nombre se oficializó en 1953, todavía refleja en sus rostros su carácter receloso y hermético ante forasteros, rasgos de conducta moldeados por la rebeldía y el rechazo a los abusos de los colonizadores, quienes admitieron tempranamente darles carta de libertad, ante la imposibilidad de controlar sus revueltas.

Los actuales residentes de Los Sitios –negros, mestizos o blancos de ojos azules y pelo lacio– son hombres y mujeres simples, jornaleros, amas de casa, o sujetos sin ocupación con una hoja de vida conflictiva; los niños, que corretean en su tiempo libre por las estrechas callejuelas; las ancianas sentadas al pie de las ventanas enrejadas que dan a la calle; la gente que se asoma a los vetustos balcones. Todos parecen llevar la marca del barrio.

Sin embargo, desde hace algunos años en su comunidad renacen las raíces de la diversidad de orígenes de los cubanos, protegidas por vitales sentimientos de inclusión, reconocimiento social a las virtudes, respeto a las diferencias de creencias y prácticas religiosas, en una multiculturalidad que los fortalece y llena de orgullo.

El milagro lo ha hecho el Cabildo Quisicuaba, un proyecto sociocultural nacido por iniciativa de la Asociación Espiritista Kardeciana Cruzada, una entidad religiosa fundada el 12 de octubre de 1939, por Andrea B. Zabala Ortega, abuela de su actual conductor: el antropólogo y Doctor en Ciencias Enrique Alemán Gutiérrez.

Allí en la casa familiar, donde se radicaron al llegar a Cuba procedentes de Palma de Mallorca sus abuelos maternos, un matrimonio católico y espiritista, en el número 22 de la calle Maloja, entre Águila y Ángeles, radica la sede del Proyecto Social Cultural Cabildo Quisicuaba, avalado oficialmente el 12 de octubre de 2008 como un espacio destinado al diálogo interreligioso “donde reina la paz, la espiritualidad y la sabiduría de nuestros ancestros en pos del mejoramiento humano”.

Médico epidemiólogo, el doctor Alemán, quien es además presidente de la Asociación Espírita de Cuba, nos explicó que el espiritismo cruzado es una de las expresiones de religiosidad más extendida en la Isla, incorporando ritos de los aborígenes y los cultos de matriz africana de las regiones de procedencia de los esclavos, que se entremezclan con elementos del catolicismo y conforman la santería o Regla de Ocha, el Palo Monte o Regla Conga, a los que se suma el Ifaísmo, entre otras.

Hoy la casa de Maloja No. 22 es el epicentro de un espacio que se extiende a una vivienda contigua y un amplio solar adjunto que forma una explanada en la esquina con la calle Ángeles, donde se desarrolla una increíble variedad de programas socioculturales.
Reconocida como Museo Especial, la edificación dispone de dos salas de exposiciones, donde lo permanente cede espacio a lo transitorio, como la muestra de 19 obras de la reconocida artista de la plástica Zaida del Río, dedicadas al diálogo multiétnico e interreligioso.

En la propia casa-museo se ofrecen óptimas condiciones para servicios religiosos espíritas y de los ritos cubanos de matriz africana de Ocha e Ifá. La edificación contigua posee aulas para el trabajo de los talleres, un amplio salón para conferencias o rituales masivos, una cocina donde se elaboran más de 400 raciones diarias y un comedor que brinda desayuno, almuerzo y comida gratis a personas necesitadas de la comunidad.

El doctor Alemán, su familia y más de 75 colaboradores voluntarios, asumieron la misión de contribuir a la reinserción de ex reclusos, modificar actitudes proclives a la delincuencia y la prostitución, orientar a alcohólicos, pacientes con VIH, madres solteras y otros casos requeridos de atención.

Los kissis llamaban cuabal a su caserío, nos explicó, y de ahí el nombre de Quisicuaba. En sus predios la actividad comienza a primeras horas de cada día, mes tras mes, sin descanso. No prosélito ni lucrativo, Quisicuaba ha responsabilizado a la comunidad como protagonista de su salud, ambiente, educación, patrimonio, identidad, convocando a todos los sectores al desarrollo sostenible y el bienestar.

Una improvisada visita al espacio cultural nos permitió ver la actuación de grupos juveniles de danza folclórica ante centenares de vecinos, en una jornada de homenaje a la mujer, que incluyó una vistosa pasarela de moda cubana a cargo del Grupo New Talents, coincidente con la apertura de la exposición de Zaida del Río, presente en el acto junto a líderes comunitarios y del gobierno municipal.

Tal vez se diga que hay que verlo para creerlo. Entonces, si alguna vez anda por La Habana, adéntrese sin miedo en Los Sitios y visite Quisicuaba, donde florecen las raíces de la cubanía.
 

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